El lenguaje jurídico es un lenguaje en sí mismo, y si no conoces la diferencia entre los sistemas jurídicos de Derecho civil (de tradición romano-germánica) y el Common Law anglosajón, es un verdadero campo de minas. Como traductor jurídico, tienes un duro trabajo por delante, porque deberás navegar entre dos idiomas y sistemas legales. No es una tarea para pusilánimes. Y aunque es cierto que esta especialidad puede ser de alto riesgo, la recompensa también es mayor.

La traducción legal es un negocio arriesgado

En palabras simples, no irías a un cardiocirujano para una cirugía cerebral. Sí, un cardiocirujano es un cirujano, pero no se especializa en la parte del cuerpo que tú necesitas tratarte. Puede que entienda el lenguaje médico, pero no entiende el funcionamiento interno del cerebro humano. No arriesgarías tu vida, así que tampoco deberías asumir riesgos en lo que respecta a las palabras.

El mejor consejo que puedo darte para navegar entre dos sistemas jurídicos de forma eficiente es estar altamente especializado. Hay mucho que decir acerca de la especialización. Cuando se trata de traducción legal, jamás estarás demasiado especializado, porque, cuanto más estrecha sea la especialización, mejor entenderás el sistema jurídico. El abogado que redactó el contrato o el testamento que estás traduciendo ahora se ha especializado, ¡así que tú también deberías hacerlo! De lo contrario, es como pedirle a un abogado fiscalista que defienda a un sospechoso de asesinato, y creo que todos podemos estar de acuerdo en que eso no es darle al acusado un juicio justo.

Problema al cuadrado

La traducción legal es realmente el doble de complicada, y esa es una de las muchas razones por las que me encanta. ¿A quién no le gustan los desafíos? Requiere una gran habilidad, varias cualificaciones y años de práctica. Ahora añade otro sistema legal a la mezcla y tendrás una curva de aprendizaje increíblemente abrupta. Los traductores jurídicos deben ser capaces de entender la terminología legal usada tanto en la lengua de origen como en la de destino, así como ser conscientes de los matices de ambos sistemas legales. La traducción legal es el doble de complicada porque no solo debes traducir la palabra escrita, sino que también debes traducir el sistema. Después de todo, ¿qué sentido tiene traducir la palabra si ni siquiera existe en el sistema legal meta, o peor aún, significa algo completamente distinto? Los abogados de otras jurisdicciones no te lo agradecerán.

Como abogado de una jurisdicción extranjera, dominar otro idioma ya es bastante impresionante, así que ni hablemos de intentar dominar también el sistema legal extranjero. Yo enseño inglés jurídico a abogados y notarios franceses que quieren entrar en el mercado angloparlante, y veo de primera mano lo difícil que es para mis clientes explicar cómo funciona un concepto legal francés en inglés jurídico. A lo mejor sus clientes están intentando comprar una propiedad en la Riviera Francesa antes de la fecha límite del Brexit, o tal vez los acontecimientos de este año les han inducido a hacer un testamento. Si han comprado una propiedad en Inglaterra o han escrito un testamento en inglés, puede que necesiten referirse a un concepto jurídico de su sistema legal para ayudarse a navegar por otro. ¿Pero qué ocurre si no hay ninguno? Aquí es donde se pone divertido.

¿Existe un equivalente legal?

Como traductores, trabajamos con las palabras. Pero como traductor jurídico, es necesario saber cómo encajan las palabras en el sistema meta, porque eso es lo que hace de una traducción legal merecedora de su peso en oro. El lenguaje jurídico está relacionado con un sistema legal nacional concreto, por lo que la ley y el lenguaje jurídico están vinculados al sistema, y no pueden separarse. El lenguaje jurídico está intrínsecamente ligado a la historia, a la sociedad y a la cultura de una lengua. Pero, ¿conoces el sistema?

Lo primero que debes saber si estás traduciendo de una lengua europea al inglés o viceversa es que estás navegando entre los dos sistemas jurídicos principales: jurisdicciones de Derecho civil y de Common Law. Para navegar entre las dos, necesitas un mapa que te ayude a entender cómo funcionan y en qué se diferencian. El sistema de Common Law usado en Inglaterra y Gales se basa predominantemente en un sistema de jurisprudencia o precedente judicial, mientras que las fuentes primarias de la ley en el Derecho civil son los códigos y las leyes promulgadas. Así que aquí tenemos dos sistemas que tienen algunas cosas en común, pero que, en última instancia, son muy diferentes. Y, aunque siempre habrá algún denominador común entre los dos, seguirán siendo específicos de cada país. Así pues, cuando se trata de traducir entre los dos, a menudo tendrás que dejar de lado a tus viejos amigos la equivalencia, la literalidad y la lealtad. La traducción literal y la lealtad al texto no son inútiles en el ámbito de la traducción jurídica, porque un término o concepto jurídico no puede transferirse de un país a otro ciegamente.

Algunos términos jurídicos son sencillamente sistémicos y no tienen ningún equivalente legal en la otra jurisdicción. La ley de equidad y fideicomisos es fundamental para el Derecho inglés, pero no se encuentra siquiera en ningún lugar dentro de los sistemas legales romano-germánicos como en Francia. Mientras que el sistema jurídico francés distingue claramente entre Derecho privado y público, el Derecho inglés no hace tal distinción, debido a que el Common Law se aplica a todas las disputas. Aquí te dejo solo un par de ejemplos de partes enteras de la ley que no existen o difieren completamente en la práctica. Y cuanto más diferentes son los sistemas legales, más difícil se vuelve la traducción jurídica. Si bien los sistemas de Common Law y Derecho civil difieren notablemente, la brecha a veces se puede estrechar, pero tu trabajo se vuelve considerablemente más complicado cuando los sistemas jurídicos se encuentran a años luz.

En la traducción legal, siempre hay falsos amigos. La traducción literal a menudo puede llevarte problemas cuando se trata de términos legales, sobre todo si traduces un magistrat (francés) al inglés magistrate. Pueden parecer iguales, pero no podrían ser más diferentes, porque en Francia se trataría de un juez profesional y en Inglaterra y Gales, sería un juez lego. Un crime francés también es mucho más serio que un crime inglés, una palabra que usamos muy a menudo.

Misión imposible

Como traductora, va casi en contra de mi religión decir que algo es intraducible, pero a veces lo es. Y tratar de demostrar lo contrario sería simplemente un suicidio profesional. Nunca deja de sorprenderme cómo el fideicomiso inglés es casi como un ser mítico en las jurisdicciones en las que simplemente ni existe. Como profesora, he desarrollado diferentes métodos de enseñanza para explicar cómo funciona el fideicomiso, porque no puedo darle un equivalente a un abogado francés. Pero cuando se trata de la traducción, si no puedes traducirlo, las notas a pie de página son buenos aliados. Las notas a pie de página dentro de un poema serían un desastre, pero, por suerte, a los abogados les encanta usarlas. Pero lo que les gusta aún más es tener un documento jurídico preciso, así que siéntete libre de explicar un concepto legal. De hecho, lo recomiendo encarecidamente. El concepto de cause en el derecho francés es la razón por la cual una persona firma un contrato, y aunque su aliado más cercano en inglés sea consideration, no se corresponden en su totalidad porque difieren en la aplicación y el alcance. Traducirlo sería un error, y ¿puedes permitirte equivocarte?

Alegaciones finales sobre la traducción legal

Como traductores, nacimos para traducir, pero a veces es necesario dar un paso atrás y, antes que nada, encontrar el camino entre las complejidades internas de los dos sistemas jurídicos. De lo contrario, te arriesgas a perderte en la traducción legal. Debes pensar como un abogado para navegar de forma exitosa entre la división entre Derecho civil y Common Law. La única manera para hacerlo es con cualificaciones legales, experiencia y adquisición de conocimientos. Los traductores jurídicos normalmente han pasado tiempo en la práctica legal, y su adquisición de terminología jurídica y comprensión de los sistemas legales los sitúa en una buena posición para ejercer la traducción jurídica. Desafortunadamente, ver algún que otro episodio de Suits no basta.

¿Y dónde queda la traducción automática en todo esto? Creo que estamos todos de acuerdo en que a veces las máquinas realmente pueden hacernos la vida mucha más fácil, pero hasta que puedan pensar como un abogado o un traductor, me parece que podemos dormir tranquilos. Estoy segura de que aún habrá sitio para los traductores jurídicos durante muchos más años, particularmente con la inminente fecha del Brexit. Tras un año complicado, es difícil predecir el futuro, pero comenzaré el 2021 sabiendo que todavía voy a poder seguir haciendo lo que me gusta durante un tiempo.