En ocasiones, las traducciones son algo que el público general da por hecho. A fin de cuentas, ese es el trabajo de una traducción: ser invisible. Pero ¿has pensado en quién ha traducido las instrucciones de ese producto que te ha llegado de Alemania? Y, ¿quién traduce el portugués de los champús? Sin los traductores y la traducción de manuales de instrucciones, no tendríamos la opción de usar muchos de los productos que utilizamos a diario. Además, es importante que estén traducidos sin fallos para que no se rían de tu manual, como en los monólogos de Luis Piedrahita. Así que voy a explicarte las claves para traducir las instrucciones de un producto y qué legislación hay con respecto a ello.

¿Traducir las instrucciones de un producto es obligatorio?

Para comenzar, es importante saber que la traducción de los manuales de instrucciones, en España, es obligatoria. Es decir, si el idioma original del manual no es el castellano, para que se pueda comercializar, hay que traducirlo. Está indicado en el BOE, en Real Decreto 1644/2008 sobre la «Directiva de Máquinas». Y, si lo piensas, es lógico, ya que, para usar el producto, es importante que puedas comprender las instrucciones. Si están en chino, no te sirven de nada.

Los aspectos más importantes de traducir manuales

Como ocurre con el resto de traducciones técnicas, los textos de los manuales deben tener unas características específicas. En primer lugar, la traducción debe ser clara, sin posibles ambigüedades. Así que el vocabulario no debe tener dobles sentidos ni términos que se puedan interpretar de varias formas diferentes. Además, el vocabulario debe corresponder a su sector. No es lo mismo traducir «pipe» en un manual de fontanería (tubería) que en uno de jardinería (manguera). Igualmente, debe mantener una coherencia tanto dentro del texto como con otros manuales de la misma empresa. Por ejemplo, si el término «enchufe» se traduce como «outlet», no hay que traducirlo después como «socket». Esto podría confundir al usuario y hacer que piense que se trata de dos cosas distintas.

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Por último, es fundamental considerar que, aunque se trate de un texto técnico, el público objetivo no lo es. No es un manual para alguien que ya sabe cómo funciona. Por lo tanto, el lenguaje debe ser sencillo de comprender. Además, aunque deba tener términos especializados, hay que encontrar la variante más común y que el público general conozca.

Cómo es la traducción de manuales de instrucciones

Para traducir las instrucciones de un producto, lo primero que debemos tener es un glosario. Esto ayudará a mantener la coherencia en los términos y a conocer los ya usados por la empresa. Y si la empresa no tiene su glosario propio, es importante hacer uno. Tanto para esa traducción como para futuros proyectos con el mismo cliente.

Para ello, lo mejor y más recomendable es usar una herramienta de traducción asistida por ordenador (TAO). Algunas de las mejores son Trados o MemoQ. Pero también hay herramientas muy aptas como OmegaT o WordFast, que son gratuitas. Estas, aparte de ayudarte a tener controlado el vocabulario, te facilitarán tener una memoria de traducción con la que detectar repeticiones. Es la mejor forma de asegurar que se mantiene la coherencia.